LA HISTORIA INACABADA DE UN RÍO QUE AGONIZA

Este blog invitado forma parte de una serie que pretende ser un espacio dedicado a los numerosos movimientos/campañas mundiales que se enfrentan a la destrucción de los ecosistemas para que compartan sus historias, relatos y perspectivas.

Este blog invitado fue escrito por Cathy Cliff, asesora de políticas de campaña de la Soil Association.


El 12 de marzo de 2024, la Soil Association (la Asociación del Suelo del Reino Unido) lanzó Stop Killing our Rivers (Paremos de matar a nuestros ríos), una campaña que reclama la actuación urgente del gobierno para hacer frente al impacto que la cría intensiva de pollos está teniendo en los valiosos ríos del Reino Unido.

El río Wye (que nace como Afon Gwy en Gales) fluye a lo largo de 250 kilómetros desde los montes Cámbricos, en el centro de Gales, hasta el estuario del Severn, en el oeste de Inglaterra. En 2020, una espesa floración de algas se extendió a lo largo del río durante más de 225 kilómetros, matando gran parte de la vida bajo la superficie. La causa de la proliferación fue el fenómeno llamado eutrofización: los nutrientes, principalmente fosfatos procedentes de los desechos de las granjas industriales de pollos, habían llegado a las aguas, provocando un rápido crecimiento de las algas y privando al río de oxígeno. La actividad agrícola intensiva se había sumado a la presión que ejercían sobre el río otras fuentes de contaminación, como las aguas residuales. A pesar de todas las protecciones legales existentes, el Wye luchaba por sobrevivir.

"Desfavorable-declive"

En 2023, Natural England rebajó el estado del río Wye a "desfavorable-declive" debido a la disminución de especies clave que deberían estar protegidas ya que está designado como Zona Especial de Conservación en virtud del Reglamento de Hábitats y Especies.

La contaminación por fosfatos es especialmente preocupante en la cuenca, ya que el exceso de fosfatos en los suelos locales debido al esparcimiento de estiércol de ganado se vierte en el río y provoca la proliferación de algas que eliminan el oxígeno del agua y bloquean la luz solar, acabando con la biodiversidad natural.

Los niveles de fosfato en el Wye han sido peligrosamente altos durante varias décadas, pero ha sido el rápido crecimiento de la industria avícola la gota que ha colmado el vaso. Todas las autoridades reguladoras de Inglaterra y Gales han identificado la avicultura intensiva como una fuente clave de contaminación por fosfatos.

Los pollos son ahora los animales más numerosos que se crían en la cuenca, con más de 20 millones de aves al mismo tiempo, una cuarta parte de todos los pollos del Reino Unido. Los pollos de engorde o "de carne" se producen en cantidades especialmente elevadas en cualquier explotación, sobre todo si se tiene en cuenta que el pollo de engorde medio sólo vive 40 días y que puede haber unas 7 "cosechas" al año en cada unidad. Muchas explotaciones tienen varias unidades.

Los enormes volúmenes de estiércol generados por las gallinas de estas unidades se esparcen por las tierras locales y son la fuente de contaminación por fosfatos del río.

Esta situación, en la que uno de nuestros lugares de conservación más importantes se ha visto tan gravemente afectado por la presencia de estas unidades avícolas intensivas, es en parte el resultado de fallos en el sistema de planificación. En gran medida, sin embargo, es nuestro sistema alimentario y una regulación ineficaz lo que ha favorecido el trágico declive del río.

El sistema alimentario británico se sustenta en una cadena de suministro consolidada en la que las empresas internacionales de procesado de alimentos y los supermercados mueven los hilos y presionan a los agricultores. Los precios se mantienen bajos con la excusa de que los consumidores quieren y esperan pollo barato, a pesar de que hoy pagamos por un pollo menos de la mitad de lo que pagábamos en 1971 y a menudo por menos de lo que cuesta una taza de café.

La normativa medioambiental existente nos está fallando claramente, dejando un vacío en el derecho penal nacional e internacional donde la naturaleza debería estar protegida. Pero las cosas podrían haber sido muy distintas si hubiera existido una ley internacional de ecocidio, como se pretendía en un principio.

Una gran oportunidad

Cuando en 1998 se estableció la Corte Penal Internacional para perseguir los crímenes que la humanidad consideraba más graves (genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y crímenes de agresión), también se intentó incluir el ecocidio -daños graves al medio ambiente-.  Aunque el ecocidio estaba presente en los muchos años de debate que condujeron a la creación de la CPI, de pronto se descartó. Las razones siguen siendo un misterio, pero con ello se perdió una gran oportunidad de crear una poderosa protección para el medio ambiente.  La tipificación del ecocidio como uno de los crímenes más graves habría enviado un claro mensaje a nivel internacional: los daños graves al medio ambiente son inaceptables.

Habría llegado a los consejos de administración y a los gabinetes ministeriales de todo el mundo, en donde se toman muchas de las decisiones que provocan la destrucción del medio ambiente, y habría cambiado el proceso de toma de decisiones. Con toda probabilidad, habría influido en las decisiones que han permitido la proliferación incontrolada de las unidades avícolas intensivas a lo largo de las riberas del río Wye.  Es demasiado tarde para que la ley del ecocidio evite el daño al Wye -ahora nos vemos obligados a encontrar formas de salvarlo-, pero puede proteger otros ríos y ecosistemas valiosos en el futuro.

Si se actúa con rapidez, el Wye aún podría salvarse, pero otros ríos y ecosistemas del Reino Unido siguen en peligro. Hemos identificado otros 10 ríos en Inglaterra y Gales cerca de los cuales se ha autorizado el establecimiento de varias unidades avícolas intensivas. Estos ríos también pueden estar en riesgo de contaminación por las granjas avícolas, ahora o en el futuro, si la producción sigue aumentando. Tenemos que reducir el número de pollos en todo el Reino Unido. Las dietas y la producción deben cambiar rápida y radicalmente.

Lo que realmente necesitamos es un cambio de sistema: debemos poner fin a la construcción de unidades avícolas intensivas y reducir el número de las existentes. Las unidades restantes deben operar bajo un nuevo sistema de permisos que se aplique a umbrales de población mucho más bajos y que incluya requisitos de bienestar animal y gestión de residuos.

Necesitamos una transición justa y segura para que los granjeros abandonen esta perjudicial industria. Muchos granjeros están atrapados en un compromiso financiero a largo plazo con una unidad avícola en sus tierras, con préstamos contraídos como parte de un contrato con un procesador de pollos.

Esta transición debe gestionarse cuidadosamente para proteger los medios de subsistencia de los productores y dar prioridad al bienestar de los animales. Exigirá cambios en todas las cadenas de suministro, cambios en la dieta y un trato justo para agricultores y consumidores.

Necesitamos menos pollos en las unidades avícolas existentes mediante la aplicación del Compromiso por un Mejor Pollo, un conjunto de normas que los minoristas y los operadores de servicios alimentarios pueden suscribir, comprometiéndose a abastecerse de carne de pollo producida como resultado de prácticas menos intensivas, incluyendo aves de crecimiento más lento, menos residuos y una menor dependencia de productos como la soja que se cultivan en entornos sensibles en el extranjero. Necesitamos la eliminación progresiva de las aves de corral industriales en escuelas y hospitales.

Queda poco tiempo, pero no es demasiado tarde

Si actuamos con rapidez y con cuidado, podemos acabar con la contaminación de la cría industrial de pollos y devolver la vida a nuestros ríos.

Por favor, únete a nosotros para enviar un mensaje a los Gobiernos del Reino Unido

Firma la petición de la Soil Association pidiendo:

1) La prohibición de nuevas explotaciones intensivas de pollos

2) Apoyo a los granjeros para que abandonen esta perjudicial industria

3) Medidas para reducir el consumo de pollo a niveles más sostenibles