CÓMO COMUNICAR LA NECESIDAD DE PROTEGER LA VIDA EN EL PLANETA

Esta entrada de blog ha sido escrita por Carles Porcel, licenciado en Filosofía y entrenador de políticos y activistas en https://capacitador.info/es/. Máster en intervención psicológica con DBM (Developmental Behavioural Modelling) y cofundador de la Asociación Española de PNL (Programación Neolingüística). Autor del libro Qué es la PNL y del ebook ‘¿Desafinos mentales? ¡Cómo superarlos!’.

banner de la entrada del blog de invitadxs de Carles Porcel sobre una proyección en una charla

Hace un tiempo, un miembro de Stop Ecocidio me preguntaba sobre una premisa suya: que la vida tiene valor por sí misma. Le respondí que si lo iba a enfocar así, iba a tener poca incidencia en el público. Para muy pocas personas, la vida en sí misma tiene valor intrínseco, por sí misma. 

Después estuve reflexionando sobre el asunto y me di cuenta de que subyace un asunto claramente filosófico. ¿La vida tiene un valor por sí misma? ¿O se lo damos los seres humanos? El filósofo Baruc de Spinoza decía algo parecido a: «Para la naturaleza, es lo mismo una puñalada a un saco y una puñalada a un hombre. Para las personas, noYa que el ser humano construye el significado, las cosas en sí mismas no lo tienen.

Al miembro de Stop Ecocidio le sugerí que se estudiase un informe, aunque creo que un poco desfasado, muy interesante sobre cómo comunicar la biodiversidad, ‘Crear una marca para la biodiversidad, como una manera de extender el mensaje importantísimo de conservación de la vida y hacer leyes como las que propone Stop Ecocidio. En ese estudio se afirma que los mensajes basados en la pérdida de la biodiversidad sólo funcionan para una pequeña parte de la población: los que ya estamos concienciados. Y los mensajes basados en el valor intrínseco de la vida todavía los asumen menos personas. Por último, se afirma categóricamente que los mensajes basados en la pérdida de bosques, de fauna, etc. no activan al público y que «Es hora de exterminar el mensaje de la extinción».

Para poder impactar más en el público, es importante adaptar lo que expresamos dependiendo de la audiencia a la que nos dirigimos. Aparte del mensaje de la pérdida, se proponen otros tres enfoques básicos para comunicar la naturaleza: el amor por la naturaleza, la cuantificación económica y la llamada a la acción.


Vamos a repasar las cuatro formas:

1. LA PÉRDIDA

Es la forma habitual de los Verdes y los ecologistas. “Biodiversidad” y “extinción” suelen ir de la mano: los bosques están desapareciendo de la Tierra, la continua reducción de especies, etc.
Ahora bien, los mensajes de amenaza y pérdida generan apatía y desasosiego. 

Recuerdo una charla a la que asistí en la que el conferenciante nos hablaba de la tala que se estaba llevando a cabo en un bosque valenciano. No llegábamos a las 10 personas y, cuando acabó la conferencia, una persona a la salida me decía que se había quedado medio deprimida de ver el panorama y otra persona estaba con sensación de parálisis. Ninguno de esos estados de ánimo son útiles para hacer algo constructivo. Es más, inducen a sentirse impotente, cuando lo que sería útil es dar a hacer algo, como veremos en el último punto.

La conclusión es que es hora de exterminar el mensaje de la extinción.

2. EL AMOR

Una influencia importante es la admiración, el asombro y el gozo de la naturaleza. Celebremos nuestro amor por la naturaleza. 

Dar mensajes basados en el respeto y la fascinación: desde documentales sobre la naturaleza hasta carteles de parajes naturales o animales salvajes en las paredes de las habitaciones de los adolescentes. Incitar a conectarse con la naturaleza y sentir pasión por el mundo salvaje es una señal muy poderosa.

Un caso práctico: me explicaba una activista que cuando iba a juicios para proteger parajes naturales, observaba que si el juez conocía ese paraje, la tendencia era que había una sentencia protectora del lugar. Si no lo conocía, a la contra. Así que vemos que, incluso en un contexto formal como es un juicio, el aprecio por la naturaleza también puede influir.

3. LA NECESIDAD

Es básica para el mundo de la política y de los negocios. 

Un enfoque que se está incorporando desde  hace años es el valor económico tangible de la biodiversidad. Sería hablar, por ejemplo, de los “servicios” que nos proveen los bosques: acumuladores de agua, proveedores de alimentos, etc. aunque veremos más abajo que es arbitrario y útil a la vez.

Un caso real: en el año 2011, se empezó a considerar hacer prospecciones petrolíferas en el Golfo de Valencia. Asesoré a un diputado verde sobre cómo enfocar su intervención en el Parlamento valenciano. Él, que es biólogo, lo quería orientar a cómo afectarían posibles vertidos del petróleo: la amenaza a la fauna marina, destrucción de las praderas de posidonia, etcétera. Un mensaje de destrucción y pérdida.
Le sugerí que incluyese un argumento económico, un mensaje de necesidad. Le recomendé que explicase el accidente que se ocasionó en el 2010 en el Golfo de México cuando la plataforma Deepwater Horizon se hundió y contaminó unos mil kilómetros de costa. Lo que a su vez produjo una ruina del medioambiente y las desastrosas consecuencias económicas en la pesca y el turismo.
Como en el País Valenciano, el turismo tiene un peso enorme para la economía, a pesar de que el PP gozaba de la mayoría absoluta en Les Corts Valencianes, este partido votó contra las prospecciones petrolíferas ya que si hubiese habido un vertido de petróleo, la industria turística se hubiese arruinado y se le hubiese echado encima. 

El tipo de mensaje de necesidad, enfocado en la economía, no suele ser útil para captar la atención de la población en general, así que hay que saber usarlo adecuadamente. En cambio, para la política y las decisiones comerciales, es lo más apropiado. 

4. LA ACCIÓN

Conservar la biodiversidad requiere que la gente actúe.

Estos mensajes inducen a que la persona haga algo efectivo: ya sea plantar árboles y cuidarlos hasta que se valgan por ellos mismos; o firmar una petición de protección de un espacio natural o donar dinero para proteger un paraje; o formar parte de una asociación y colaborar en sus actividades; o participar en negocios que fomenten la biodiversidad, la agricultura biológica, la agricultura regenerativa, empresas rurales que fijan la población y cuidan de su entorno… O bien, en el caso que nos ocupa, apoyar a Stop Ecocidio, lo cual puede hacerse de varias maneras: firmar la petición internacional y hacerse Protector/a de la Tierra, unirse a alguna de las redes de colectivos, firmar el manifiesto si se es ONG, etc. 

Por que siempre, siempre hay que llamar a la acción. Si no se dice lo que pueden hacer las personas, raramente se les ocurrirá hacerlo.

Cada una de estas tres variables, permiten adaptar el discurso a cada tipo de público, lo que facilita tener más probabilidades de conseguir los objetivos propuestos.

 

Carles Porcel durante un taller en Valencia en 2021

 

VOLVAMOS AL ENFOQUE FILOSÓFICO…

Estuve hace poco en una conferencia de un experto de la economía social en donde explicaba que en la economía estándar, si no se pone valor económico a algo, entonces no existe. Ponía el ejemplo de una autovía que iban a construir en Alemania. El enfoque normal es hacer un cálculo de costes de construcción: mano de obra, excavadoras, cimentado, asfaltado, pintado, etc. Alguien recurrió el pliego de condiciones afirmando que eso era incompleto y que había que añadir otros costes, como la destrucción de un bosque o las muertes humanas por accidentes de tráfico. 
Pero… ¿Cómo se calcula el precio de un bosque y no sólo por su madera sino, por ejemplo, por su valor estético? ¿Cómo se calcula el precio de una vida humana muerta en un choque de vehículos? ¿Se puede calcular? Obviamente, fijar un precio a estas cosas es totalmente arbitrario. 
Ahora bien, cuando se añadieron esos costes a la autopista, que normalmente no se contemplan, aún siendo arbitrarios, el monto total de la autopista se disparó tanto que se decidió no construir la autopista.

La importancia de cómo se comunica, no es un tema accesorio. Esto mismo lo atestigua una responsable de Stop Ecocidio. En una presentación que hizo de la organización ante un público nada sensible con proteger la naturaleza, consiguió movilizar a una parte del público. Dejo que lo explique con sus propias palabras:

[Después de la presentación] … lancé una pregunta clave: ¿Qué es lo más importante que tenemos cada uno de nosotros? Se dijeron varias cosas (salud, familia, amigos…) a lo que yo decía “Aún más importante que eso” hasta que alguien lo dijo: “La vida. Lo más importante que tenemos es la vida” y, entonces, se hizo un silencio.
Desde ahí, enlacé con que, para poder estar vivos, necesitamos tener un aire limpio que respirar, una tierra sana que produzca sanos alimentos, un agua limpia que beber, porque sin ello, no podemos continuar viviendo. Y que están en serio peligro no sólo sus vidas, sino las de todos sus seres queridos, sus amigos, sus familias… Y de la misma manera que existe el delito de asesinato para proteger las vidas individuales, se tenía que crear el crimen internacional de ecocidio para proteger la vida planetaria, la que suma todas nuestras vidas. Y, además, es un deber y una responsabilidad que tenemos ante los seres humanos que están por venir, comenzando por sus hijos, sus nietos, sus bisnietos y muchas generaciones más a las que estamos impidiendo prosperar y cada uno de nosotros tenemos que hacer nuestra parte y, por supuesto, poner de nuestro lado para acabar con el daño grave a la naturaleza.
Esto lo cambió todo e hizo que se interesaran de qué manera se puede conseguir el crimen internacional y qué podían hacer cada uno de ellos. En la cena que siguió a la presentación, incluso vimos posibilidades de colaborar en el futuro para que otros clubs se pudieran unir.

Si la vida hubiese tenido un valor intrínseco para todas las personas, cada uno de los participantes, instantáneamente lo hubiesen conectado. Gracias a la manera de preguntar, los participantes fueron capaces de activar la trascendencia de conservar la vida.

Cada vez hay más entidades dedicadas a la protección de la vida y la habitabilidad de la Tierra que están entendiendo la importancia de la comunicación. No se trata de dar información objetiva y datos, eso funciona para muy pocas personas, sino de comunicar con valores para activar a la población. Entre esas entidades, quiero mencionar a Climate Outreach, dedicada a investigar cómo comunicar el cambio climático, y que se centra en buscar expresiones e imágenes basadas en valores e identidad para que la población haga cambios de estilo de vida.

Por tanto, lo que propongo no es el uso del lenguaje como una forma de dar información o como una manera cosmética de enfrentarse al mantenimiento de la vida en la Tierra, sino más bien como una manera de activar y operativizar nuestras motivaciones. Y no tiene que ver con una reflexión intelectual, sino con una reflexión vital, existencial.

Donella Meadows dice en su libro ‘Pensar en sistemas’:

Si fingimos que algo no existe porque es difícil de cuantificar, obtendremos un modelo defectuoso. Ya hemos visto que, cuando se fijan los objetivos en torno a algo difícil de cuantificar, en lugar de tener en cuenta lo importante acabamos cayendo en una de las trampas de los sistemas. Evitémoslo. Los seres humanos no sólo sabemos contar, sino también evaluar la calidad. Debemos convertirnos en detectores de calidad, en ruidosos contadores Geiger que registran la presencia o la ausencia de calidad. Que no nos detenga aquello de “si algo no se puede definir ni medir, no es necesario tenerlo en cuenta”. Nadie puede definir ni medir la justicia, la democracia, la seguridad, la libertad, la verdad ni el amor. Nadie puede definir ni medir un valor moral. Pero si no somos capaces de darles voz, si no diseñamos los sistemas para favorecerlos, si no hablamos de ellos ni indicamos su presencia o su ausencia, dejarán de existir.

Estas cuestiones filosóficas tienen que ver con algo tan terrenal como conservar la maravilla de la vida en la Tierra. Por ello es muy valioso aprender a unir filosofía y práctica y aprender a saberlo comunicar.